Nebulosa de Orión |
No es un telescopio muy bueno -con poco alcance y una estabilidad tal que si acercas demasiado las pestañas al ocular todo tiembla como un flan-, pero cumple perfectamente con el emocionante cometido de poder contemplar a su debida escala Saturno y el esbozo de sus anillos; Júpiter y sus lunas galileanas a saber, Europa, Io, Calisto y Ganímedes; los enigmáticos cráteres de la luna; la nebulosa de Orión -más allá estuvo el rubio replicante de Blade Runner-; y Marte salpicado por ese color carmesí característico.
Precisamente me acordé ayer de Marte e hice el intento de observarlo, aunque en esta época del año no se encuentre en oposición al sol, pero desafortunadamente estaba por debajo del Horizonte.
Marte es sin duda el planeta más enigmático de todo el sistema solar. Conocemos con detalle su geografía gracias a las naves en órbita que han cartografiado su superficie; hemos paseado por su superficie en esos pequeños y feos tractores-robot que han salido en los medios de comunicación hasta la saciedad; a nuestro alcance tenemos mapas detallados de su superficie por si algún día nos da por hacer un paseo turístico. Y precisamente, eso es lo único que nos queda por hacer: visitarlo en persona.
Tema recurrente en la Ciencia Ficción donde grandes autores como Bradbury, con sus famosas 'Crónicas Marcianas', Arthur C. Clarke con 'Transit of Earth', Philip K. Dick con 'Podemos recordarlo por usted al por mayor', cuento corto en el que se basó la película 'Desafío Total', y por supuesto Dan Simmons en sus novelas Ilion y Odisea, se han inspirado en el planeta rojo a la hora de escribir sus obras.
Durante un viaje realizado el año pasado, leí la primera novela de la llamada Trilogía Marciana de Kim Stanley Robinson, 'Marte Rojo' -trilogía que se completa con 'Marte Azul' y Marte Verde-, y tras finalizarla no tuve más que admitir que Robinson ha estado realmente en Marte, y ha vuelto para contarnos sus experiencias. En la novela, Robinson nos describe el proceso de terraformación de Marte a partir de la llegada de los primeros 100, pioneros de todos los países (aunque principalmente de USA y Rusia) enviados desde la tierra con el objetivo explorar y crear los primeros asentamientos. Pero esa no será la única misión de estos pioneros ya que también se comenzarán los trabajos de modificación del ecosistema marciano. No todos estarán de acuerdo con este proceso de terraformación, dando un giro ecológico a la historia cuando algunos de los primeros 100 se oponen a las grandes compañías terráqueas con claros intereses económicos en el tesoro mineral del planeta, mientras otros sin embargo, apoyan abiertamente el proyecto.
La economía, la psicología, el anarquismo, el ecologismo, y el poder de las grandes multinacionales (llamadas transnacionales) sobre los países y los organismos internacionales, son conceptos que se abordan en la novela.
Se hace especial hincapié en la eco-economía y al equilibrio entre lo que se aporta al planeta y los recursos que se toman de él, en una crítica abierta a la clase ejecutiva de las transnacionales, políticos, y especialmente a los especuladores que actúan como parásitos, depredadores del sistema que obtienen riqueza sin devolver nada al ecosistema marciano.
¿Os suena de algo este concepto en el alborotado mar económico en el que nos bañamos todas las mañanas?
Nada mejor para finalizar que la visión del que podría ser el destino de la humanidad en un futuro no tan lejano. Y si alguno lo pregunta, no. No se ve así desde el telescopio de mi hijo.
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