miércoles, 13 de septiembre de 2017

Lo siento en el agua

Siempre he sido y seré un amante de la obra de Tolkien.
Descubrí El Señor de los Anillos a los 16 años, y tal fue la pasión que su lectura despertó en mí, que
falté algunas tardes a clase para no abandonar el mundo mágico en el que me trasportaba cada vez que cogía el libro entre mis manos.

De entre todos los pasajes, quiero recordar con melancolía la despedida de Bárbol a la comitiva que regresaba a casa tras un sinfín de aventuras. Tras el éxtasis de grandes batallas y proezas heroicas, la calma de los últimos capítulos anunciaba el final de la historia.

Y no, no era Galadriel la que pronunciaba las hermosas palabras con las que comienza la trilogía de películas, y que se citan a continuación:


Entonces Bárbol se despidió de todos, uno por uno, y se inclinó lentamente tres veces y con profundas reverencias ante Celeborn y Galadriel.
—Hacía mucho, mucho tiempo que no nos encontrábamos entre los árboles o las piedras. ¡A vanimar, vanimálion nostari! —dijo—. Es triste que sólo ahora, al final, hayamos vuelto a vernos. Porque el mundo está cambiando: lo siento en el agua, lo siento en la tierra, lo huelo en el aire. No creo que nos encontremos de nuevo.

J.R.R. Tolkien. El Retorno del Rey.

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